Bueno... escribo desde mi tablet... lo que será una futura entrada de mi blog. Espera... ¿qué iba a escribir? Bueno... esta vez un pequeño resumen del libro "Nueva guía de la ciencia" de Isaac Asimov.
Así que iré por orden cronológico según me vaya leyendo el libro.
Para empezar, el avance de la ciencia resulta estimulante y excitante para cualquiera que se halle fascinado por la complejidad del espíritu humano y por la continuidad del método científico como herramienta para introducirse en el vasto Universo.
De tal modo, para comprender los problemas a los que nos planteamos saber y/o conocer, se necesita un poco de historia de cómo el hombre ha sido capaz de llegar a tal punto...
Entonces dejo al margen un poco los líos y voy con un dato que no nos suelen contar nuestros profesores hasta que alguien te lo cuenta o lo descubres por casualidad, como me pasó a mi.
Me estoy refiriendo a el Universo. Tristemente tengo por visto que cada vez hay menos interesados en esta ciencia a consecuencia de no poder ver el cielo estrellado cada día y que esta se adentre en los más profundos pensamientos de cada uno. En mi caso, desde que tengo memoria, me sentí atraído por toda esta belleza inalcanzable e incomprensible.
Muchos de nosotros conocemos el concepto de Geocentrismo y Heliocentrismo. El primero, llevado a cabo por Claudio Ptolomeo sugirió que la Tierra era plana, inmóvil y estaba en el centro del universo. El segundo, de Nicolas Copérnico, destrona que la Tierra era el centro del Universo, sino el Sol.
Pero antes que Ptolomeo hubieron muchos pensadores que llegaron a conclusiones extraordinarias y absurdas para aquella época. Uno de ellos fue Eratóstenes de Cirene, hacia 240 a.C., que apreció el hecho de que un 21 de junio, cuando el Sol se hallaba en su cenit en la ciudad de Siena (Egipto), no lo estaba también en Alejandría, a 750 km al norte de Siena. Eratóstenes concluyó que la superficie de la Tierra al ser redonda, estaba más lejos del Sol en unos puntos que otros. Con ayuda de la distancia entre las dos ciudades, la longitud de la sombra proyectada por dos obeliscos de la misma altura, uno en cada ciudad, y un poco de trigonometría, y con los correspondientes cálculos (en unidades griegas), sus cifras fueron aproximadamente 12.000 km para el diámetro y unos 40.000 para la circunferencia de la Tierra. Por casualidad el calculo fue bastante correcto.
100 años después, Posidonio de Apamea, repitió la experiencia se Eratóstenes, llegando a la conclusión de que la circunferencia es de 29.000 km. Este valor menor fue tomado por Ptolomeo...
Aristarco de Samos, uno de los más osados astrónomos griegos realizó un heroico intento de calcular la distancia Tierra-Sol del mismo método que utilizó Hiparco para calcular la distancia Tierra-Luna con métodos geométricos al que le salió una distancia de 348.000, bastante correcto. Aristarco, sin la ayuda de modernos instrumentos, el Sol se hallaba a 20 veces más alejado que la Luna (cuando en realidad son 400). Aristarco dedujo que el tamaño del Sol debía ser de unas 7 veces mayor que la Tierra, señalando que era ilógico pensar que el Sol de enormes dimensiones girase en torno a la Tierra, por lo cual dijo que el Sol era el centro del Universo y que los planetas giraban en torno a él. Su teoría quedó entre los rincones de las bibliotecas hasta que Copérnico retomó la teoría cuando en 1650 el astrónomo belga Godefroy Wendelin concluyó que el Sol se hallaba a 240 veces más alejado que la Luna.
Y así, a partir de esta época empieza una verdadera odisea por la medición del Sistema Solar y las estrellas.
Hasta aquí lo dejo de momento ya que la historia es bastante amplia y esto es sólo el principio. En fin, espero que hayáis disfrutado (si es que has sido capaz de llegar hasta aquí) de un poco de mi divulgación en segundo plano. Ahora he de dormir ya que tengo instituto mañana en el que supuestamente hay huelgas por los derechos de los profesores como muchos otros centros... esta es la vida.
Buenas noches.
No hay comentarios:
Publicar un comentario