Las noches empiezan a hacerse cada vez más largas. Hasta dentro de dos meses, por cada día que pase, añadiremos un minuto más de oscuridad. Yo sigo pensando que la noche es agradable pero hasta cierto punto. Las noches de ciudad, de estar en casa sin nada que hacer, son quizá las más deprimentes. Al menos en mi caso. Mientras no estés en una buena compañía, son aburridas. Bastante solitario suelo ser yo, eso es un problema algunas veces, pero lo supero.
El tiempo a la oscuridad se va a acercando y nosotros nos vamos adentrando más en las tinieblas. Yo, que tengo clases por la tarde, saldré de noche. En algunos casos que tenga que entrar por la mañana, será también de noche cuando salga de casa. La luz del sol será una utopía, un puente que separa lo que es el cielo y lo que es la mente. No sé qué tal llevaré este invierno pero espero que la oscuridad se haga amena y pueda sobretodo unirme a ella con el fin de de sacar el máximo provecho para lo que sea que me guste hacer.
Todos los inviernos los recuerdo con frío y calor. No puede haber uno sin el otro. El frío predomina sobre el calor pero este lucha contra el frío. El calor nos llega a agobiar y aveces necesitamos el frío. (No sé qué digo pero no quiero borrar nada de lo que escribo.) Los inviernos son rojos para mi. Son rojos porque irradian calor. Rojos porque a pesar de la temprana oscuridad que inunda mi habitación, estando en la cama, enciendo la lámpara de mi mesita de noche que envuelve mi espacio en rojo. Y sobre todo, el rojo que más recuerdo de los inviernos es el de una estufa. La necesidad de entrar en calor llega a ser enorme. De pequeño siempre me pasaba pegado a una, más que nada porque me hipnotizaba. Me gusta el fuego. Sí, quizá sea un pirómano.
Ya quedan unos días para despedirnos de octubre, el mes "rojo", para adentrarnos aún más a fin de año, oscuridad, frío y vacaciones. Hay que saber vivir con ello y disfrutarlo. Tengo unas ganas de llevar gorra y bufanda. Estar bien entrado en calor y pasear por lugares fríos de la ciudad, llena de luces de colores que te encogen el corazón. Antes de eso, haber paseado por el parque con sus desnudos árboles sonrojados ante los fieles transeúntes de todo el año mientras que los abetos se salvan de esa, timidamente.
Sin lugar a dudas, este invierno lo espero con los brazos abiertos. Que me hunda en la miseria si es posible, pero que sin embargo, sea capaz de aportarme inspiración que tanto necesito ahora mismo dado que está muy escasa. No he hecho nada de provecho este mes excepto un regalo de una runestone. Sobre todo necesito leer más, he vuelto a caer en el arrastre de la lectura. Necesito recuperar el ritmo. Y eso es todo, hasta un nuevo aviso.
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