Solía tener una capacidad creadora e imaginativa que por cada año que pasaba, al recordarlo, sea un dibujo o algo que haya escrito, me sorprendía de tal manera que a día de hoy me pasa a menudo. Cualquier cosa que haya hecho alguna vez, en un futuro me sorprenderá llegando incluso a tener envidia de mi mismo, de mi pasado, mi propio pasado, de mi mismo. Yo. ¿Por qué debería? ¿Debería estar orgulloso? De todo modos "esa persona" no soy yo, "fui yo". Me pregunto en aquellos instantes cómo fui capaz de imaginarme algo así. Aveces me pregunto si sigo siendo igual de imaginativo. Aveces me pregunto si soy mejor. Aveces me pregunto si voy a peor.
Con el paso de los años la imaginación tiene tendencia a desaparecer. En mi opinión es algo muy trágico. Es el verdadero sentimiento de estar vivo y ser libre incluso teniendo los pies en la tierra. Para tener imaginación hay que tener inspiración. La inspiración es como el amor; unos dices que viene cuando viene y otros dicen que hay que buscarla. Al igual que el amor, aveces sufres por ella, otras veces vives de ella. A pesar de todo, tenemos que amar nuestra propia inspiración que nos hace imaginar cosas que nadie nos puede quitar, jamás.
Cada vez que miro atrás quién fui y lo que he hecho, lo he hecho pensado en mi futuro. Como ahora mismo. Cuando en un futuro lea esta entrada, ¿qué estaré pensando de mi? Desde los 7 años, que empecé a hacer cosas variadas que los años siguientes volvía hacer para, de alguna manera, mantener mis costumbres infantiles y con suerte, mantener mi esencia imaginativa, se ven en la cuerda floja actualmente. ¿De verdad ha pasado ahora o fue hace mucho? ¿Cuándo me daré cuenta que he dejado de tener la imaginación que actualmente envidio de mi pasado? Qué asco es crecer. Sin embargo, ¿debería tener envidia de mi futuro? Eso está mejor.
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