21 de junio de 1771
[...] ¡Si hubieras sabido, cuando elegí Wahlheim como meta de mis paseos, que estaba tan cerca del cielo! Cuántas veces en el transcurso de mis amplias caminatas vi el pabellón de casa que ahora encierra todos mis deseos, tan pronto desde las montañas como desde la llanura, sobre el río.
Querido Wilhelm, he meditado mucho acerca del ansia que tiene el ser humano de explayarse, de hacer nuevos desabrimientos, de andar vagando de aquí para allá, para luego, sobreponiéndose a ese impulso interno, de nuevo consagrarse voluntariamente a la limitación, volviendo al curso de la costumbre, sin preocuparse por lo que ocurre de derecha a izquierda.
Resulta asombroso cómo en cuanto llegué aquí y desde la colina miré el hermoso valle me atrajo todo lo que me rodeaba. ¡Allí el bosquecillo! Ah, si pudieras confundirte entre tus sombras. ¡Allí la cumbre de las montañas! Ah, si desde allí pudieras contemplar toda la amplia comarca. Las colinas encadenadas entre sí y los íntimos valles. ¡Oh, si pudiera perderme en ellos...! Corrí hacia allí y volví sin haber encontrado lo que esperaba. Me ocurre con lo lejano como con el futuro. Un gran todo en penumbra descansa ante nuestra alma, nuestras emociones desaparecen allá dentro, como nuestra vista, y ansiamos, ah, entregar todo nuestro ser, dejarnos de colmar con todo el placer de un único grande y magnífico sentimiento. Y, ay, cuando corremos hacia allí, cuando el allá se torna aquí, todo es como siempre, seguimos en nuestra miseria, en nuestra estrechez, y nuestra alma languidece, suspirando por un bálsamo que se nos escapó. [...]
Las penas del joven Werther, Johann Wolfgan von Goethe.
Quería dejar constancia que este es uno de los pasajes que más me gustan de las cartas de Werther a su amigo Wilhelm. Me siento muy identificado con lo que su espíritu manifiesta a pesar de los siglos que nos separan. El romanticismo alemán en flor de piel. No he leído mucho, por no decir nada, de Goethe y craso error es el que cometo. Soy consciente de que cuanto más lea, más me va a encantar, más tiempo permaneceré atrás en el tiempo. Sin embargo, intento leer todo cuanto puedo de un abanico de los más diversos temas que puede crear el hombre, desde la divulgación científica a la narrativa con toda sus variantes, pasando por la poesía y sus bellas desgracias. Además, de mi propio afán por la escritura y mi deslealtad a la misma, he perdido destrezas de escritura, pero como defensa, puedo decir que, a pesar de no escribir nada, tengo las ideas más claras de qué y cómo quiero escribir. De hecho son grandes mis ganas de escribir hoy en día y contar cosas por el mero hecho de entretejer palabras y crear un buen telar, me veo ya capaz de escribir. Escribir por ejemplo lo que acabo de escribir. ¿Cuenta eso?
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