martes, 17 de abril de 2012

Childhood & books

He estado acordándome de los momentos de mi infancia. Tengo muchos recuerdos de aquellos tiempos, sobre todo recuerdos fotográficos muy buenos (recuerdo cosas desde que tenía 3 y 4 años). Hace menos de dos décadas, en un lugar muy muy lejano, nací en una zona inusual, casi, casi aislado del mundo me crié.
Fui de la generación que jugaba a la plaza central (el centro, digamos) al Metal Slug, Pacman, Street Fighter en esas máquinas enormes, he visto salir la Play Station One con sus centenares de juegos. Me he mudado un par de veces a una ciudad cada vez más grande...


El principito
Pero los detalles que quiero explicar son aquellos que cuando tenía nada más y nada menos que 9 años hasta los 13. En esa época, también anterior, tenía una afición a la lectura. Me leí muchos cuentos populares, los clásicos de Disney, en aquella época que no se compara con los churros de ahora, algunos de los hermanos Grimm  y el que más, fue El Principito de Antoine Saint-Exúpery.

El resto de los libros no los recuerdo ahora mismo o ha quedado en el olvido por ser tan malos. Con la memoria fotográfica que tengo, me recuerdo de mi biblioteca, llena de libros, sobre todo de revistas Geomundo, es como el famoso National Geographic.

Estos 3 tomos tenía (tengo). El fasículo del tigre blanco,
contenía un póster de tigres blancos, que lo 
colgué en mi  habitación de aquel  momento.


De esos libros aprendí mucho, bastante, tenía alrededor de 100 volúmenes, quizás exagero porque debido a mi pequeñez, me parecía titánica la idea de cargar todas las revistas de un sitio a otro, por lo que tenía que coger unos pocos para acarrearlos.
El único problema de las revistas Geomundo es que las ediciones son de los finales de los 60's hasta los finales de los 80's. Este dato lo pasé por alto y nunca rechacé un volumen de mi apreciada colección, es más, me gustaba mucho leerlas; estoy agradecido con los guionistas porque eran muy buenos y muy claros (¡buen trabajo!), la publicidad no era muy subliminal y era de lo más normal (¡y poca!), aún recuerdo las publicidades, me llamaban mucho la atención por la calidad fotográfica, vamos, los 60's, iban sobre todo de los cigarrillos Lucky Strike, de relojes Swatch, del alcohol Martini (creo) y de los automóviles Chevrolet, sobre todo el Chevrolet Camaro del 1974, etc.
Para mi crítica actual, es muy bueno hacer comparaciones de los artículos correspondientes, de un año correspondiente, por ejemplo sobre la selva Amazónica, que es el pulmón del planeta, que es rico en biodiversidad, entre otras cosas. Si lees un artículo sobre el Amazonas actualmente, ¿qué dirán? agonía, deforestación, desertización, nuevas carreteras... muy mal agüero. En conclusión quiero decir que todos los artículos expuestos en el Geomundo tenían una visión de las cosas tal cual se tenían en aquel entonces.

Dejando el Geomundo de lado, tenía también un atlas de los animales de National Geographic que me gustaba mucho, ese era actual, del 2004 (¿no tan actual entonces?), quizás. Tenía un gran atlas del mundo, que gracias a él aprendí mucho sobre geografía, pero eso ya es otra historia. Tenía 5 libros sobre antiguas civilizaciones: sumerios, babilónicos, egipcios, fenicios, griegos, hititas, púnicos, aztecas, mayas e incas. Estos nunca los aprecié de lleno y los echo de menos (sí, entre yo y los libros hay lazos). Tenía también una colección de libros cortos, pero muy buenos sobre historia del paleolítico hasta la actualidad, pero yo sólo llegué a tener hasta la Gran Guerra, es decir, la Primera Guerra Mundial. Esta colección la aprecié mucho, bastante y aprendí mucho de ella, el dato que más me llamó la atención (que continúa vigente) era sobre la Peste Negra que asoló Europa en 1348 si bien recuerdo, en el cual salía un cuadro pintado por Pieter Brueghel y en ella aparece representada las causas y la muerte en la época, el cuadro es El triunfo de la Muerte. Actualmente, siempre que sale el tema sobre la peste negra, muerte y Pieter Brueghel, saco el tema con mucha emoción.
Y este cuadro, de lado humorístico y positivo, me parece una página del libro Where's Waldo? (Wally), y que conste que aún no lo he encontrado.


Recuero un libro que tenía que nunca quise leerme, porque me daba repelús y yuyú la portada cuyo libro era El niño que enloqueció de amor de Eduardo Barros. El problema estaba en el apellido, Barros. La portada  tenía en una esquina un dibujo niño sentado en un escritorio escribiendo una carta con la ayuda de algunos rayos de luz de su lámpara, en otra esquina, superior, salía el rostro de una mujer adulta. Y para empeorarlo, el resto de los rincones del libro tenía una aspecto de lava sólida, con arrugas, "barro" negro. Sí, repelús me daba. Pero ahora no estaría mal que lo leyera y no es muy largo.

Cuando aún era pequeño, un día iba con mi padre en autobús, cuando de repente un vendedor de libros viejos pasó por mi lado y me fijé que tenía muchos libros en su bolso, libros de colección que estaban envueltos en plástico. Rápidamente le dije a mi padre que me comprase alguna colección, yo quería alguna. Por suerte, recuerdo que eran muy baratos. Escogí la colección sobre la segunda guerra mundial. Eran 12 libros pequeños, esos de 10 cm, con las hojas de un color amarillento oscuro, fotografías en blanco y negro, de los 80's pero muy, muy bueno, ¡y aún los tengo! El mes pasado le dejé dos tomos de mi colección a una profesora que aprecio, que da Historia, y que tenía que hacer unos exámenes sobre el primer cuarto del siglo XX. Y como en el libro venía esa época, se los dejé y me ha dicho que le han sido de mucha ayuda.

Mientras más mayor me hacía, pero seguía teniendo esa edad de aproximadamente 11 años, cuando entraba en la habitación de mi tía en su casa, siempre veía un libro grande y muy grueso, aveces lleno de polvo, aveces debajo de botes de perfumes, aveces debajo de una caja metálica azul de galletas que cuando la abrías te encontrabas con herramientas de costurería e hilos de colores... pero ese libro siempre estaba ahí. Y siempre veía el título y autor, que nunca me atreví a leerlo, y dudo que lo haga, 100 años de soledad de Gabriel García Márquez.

Entre otros libros que tenía era Las aventuras de Sherlock Holmes de Arthur Conan Doyle,  que llegue a leerme junto a El asesinato de la Rue Morgue y otros dos relatos de Edgar Allan Poe. Este último pude volver a leerlo hace unas semanas y es bastante bueno como recordaba.

Y para terminar, la colección que marcó mi infancia, fue la saga de Papelucho de Marcela Paz. El primer tomo lo leí a los 8 o 9 años. Más de una vez me lo habré leído, es que es muy entretenido porque narran las aventuras de un niño muy listo e imaginativo de 8 años que escribe su diario y yo me sentía asociado a él y empecé a escribir mis propios relatos hasta llegaba a ser muy curiosos y graciosos como él, hasta el punto de que mis padres y familiares me llamaban Papelucho. No dispongo de ningún relato mío ahora pero me gustaría leer alguno. Hasta aquí... eso fue sólo con el primer tomo, pero como he dicho antes, es una saga, son varios libros, sí, ¡son 12 libros!... ¡y me los leí todos! Habían algunos que me los releía de lo mucho que me gustaban. Ahora no recuerdo muy bien las historias pero me he descargado casi toda la colección, algún día empezaré otra vez por el primero y me veré envuelto en uno que otro dejavú y reiré como lo hacía en aquel momento.

¡Mi infancia no está perdida!

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